viernes, 16 de enero de 2015

QUE TE INTERESA CONOCER CUANDO VAN A GESTIONAR TU CARTERA.

Introducción
 Cada persona debe de invertir de acuerdo a sus circunstancias. Se trata de trasladar a los mercados financieros un dictado socrático que es de sentido común y sirve para todo en la vida: antes de tomar decisiones hay que conocerse a sí mismo. Es por eso que, antes de realizar una inversión, es conveniente tener presentes las condiciones personales de cada uno, el plazo, objetivos de la inversión y el nivel de tolerancia al riesgo. Todas estas circunstancias quedan englobadas en lo que se conoce como,  el punto de partida de todo proceso de inversión.

 La labor del gestor de carteras, previa a la toma de decisiones sobre inversiones concretas, consistirá en formarse un criterio respecto de la situación patrimonial del cliente, atendiendo a su perfil de riesgo y a sus cargas fiscales específicas, de manera que se puedan adaptar las inversiones a sus circunstancias particulares.  Lo que nos va a determinar la rentabilidad esperada,  el nivel de riesgo a asumir, el horizonte de la inversión y la fiscalidad adecuada.

Qué pretendo conseguir de la gestión de la cartera
 Al margen de la complejidad de los mercados y la escasa tradición y cultura financieras, está la elección de productos financieros inadecuados al perfil del inversor. En el momento en que el inversor se desvía de los objetivos, reconocidos o no, empieza el desencuentro entre aspiraciones y realizaciones, por tanto, la insatisfacción.

Analizadas las circunstancias concretas de cada inversor estaremos en condiciones de aconsejarle, no sólo el producto adecuado, sino el plazo y el nivel de riesgo recomendable. Exponemos varios elementos claves en la gestión de carteras:

Rentabilidad y riesgo son inseparables
  La relación directamente proporcional que hay entre el riesgo de una inversión y su potencial de rentabilidad. En general cuanto mayor sea el riesgo, más elevada será la posible recompensa, y viceversa.

 El riesgo de la inversión, tiene su expresión concreta a través de un fenómeno conocido como volatilidad, entendida ésta como la fluctuación que sufre un activo en su cotización en un determinado período de tiempo. Lógicamente podemos anticipar que los activos más volátiles son los de renta variable, es decir, los que introducen mayor probabilidad de ganancia o de pérdida (mayor riesgo). A igual rentabilidad, elegiremos siempre el menos volátil. Lógicamente la medición de la volatilidad sólo es útil para períodos relativamente largos en el tiempo.

Formas de optimizar el binomio rentabilidad-riesgo
La rentabilidad y riesgo van de la mano, pero eso no significa que no existan fórmulas que permitan acometer inversiones en renta variable de forma razonable. Las tres maneras de optimizar rentabilidad y riesgo son:
·         Una buena Asignación de Activos
La asignación de activos es el proceso mediante el cual se determina la composición de una cartera de inversión, a fin de optimizar la rentabilidad prevista para el riesgo asumido. La distribución de activos es responsable del 90% del comportamiento de una cartera de inversiones.
 A la hora de determinar la composición de la cartera de inversión tendremos que realizar alguna combinación de las tres categorías clásicas de activos: Activos Monetarios (liquidez), Renta Fija y Renta Variable.

La proporción que represente cada uno de estos tres grupos en la cartera de inversiones dependerá de la rentabilidad esperada por el cliente, de su aversión al riesgo y de la necesidad de liquidez que tenga.
·         Un Horizonte Temporal adecuado
 Es importante saber a cuantos años vista se invierte, ya que este factor determinará la fiscalidad de nuestra inversión y el tipo de activo en el que debemos invertir. Para inversiones a corto plazo se desaconseja la renta variable pura, ya que el nivel de riesgo que se asume es alto. Para un correcto asesoramiento de carteras es necesario planificar temporalmente las inversiones, de manera que se ajusten a su perfil, a sus necesidades de liquidez, a su objetivo de rentabilidad y a su itinerario financiero.
·         Una buena diversificación 
 Una buena diversificación permite reducir el riesgo de una inversión para un mismo nivel de rentabilidad esperada. Invertir en varios activos ayuda a contrarrestar el riesgo de minusvalías en activos individuales.


Y es ahora cuando nos preguntamos: “¿tengo en cuenta lo expuesto anteriormente en la gestión de carteras que tengo formalizada con mi entidad financiera?”.

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