Introducción
Cada persona debe de invertir de acuerdo a sus
circunstancias. Se trata de trasladar a los mercados financieros un dictado
socrático que es de sentido común y sirve para todo en la vida: antes de tomar
decisiones hay que conocerse a sí mismo. Es por eso que, antes de realizar una
inversión, es conveniente tener presentes las condiciones personales de cada
uno, el plazo, objetivos de la inversión y el nivel de tolerancia al riesgo.
Todas estas circunstancias quedan englobadas en lo que se conoce como, el punto de partida de todo proceso de
inversión.
La labor del gestor de carteras, previa
a la toma de decisiones sobre inversiones concretas, consistirá en formarse un
criterio respecto de la situación patrimonial del cliente, atendiendo a su
perfil de riesgo y a sus cargas fiscales específicas, de manera que se puedan
adaptar las inversiones a sus circunstancias particulares. Lo que nos va a determinar la rentabilidad
esperada, el nivel de riesgo a asumir,
el horizonte de la inversión y la fiscalidad adecuada.
Qué pretendo conseguir de la
gestión de la cartera
Al margen de la complejidad de los mercados y
la escasa tradición y cultura financieras, está la elección de productos
financieros inadecuados al perfil del inversor. En el momento en que el
inversor se desvía de los objetivos, reconocidos o no, empieza el desencuentro
entre aspiraciones y realizaciones, por tanto, la insatisfacción.
Analizadas las circunstancias
concretas de cada inversor estaremos en condiciones de aconsejarle, no sólo el
producto adecuado, sino el plazo y el nivel de riesgo recomendable. Exponemos
varios elementos claves en la gestión de carteras:
Rentabilidad y riesgo son
inseparables
La relación directamente proporcional que hay entre el riesgo de una
inversión y su potencial de rentabilidad. En general cuanto mayor sea el
riesgo, más elevada será la posible recompensa, y viceversa.
El riesgo de la inversión, tiene su expresión
concreta a través de un fenómeno conocido como volatilidad, entendida
ésta como la fluctuación que sufre un activo en su cotización en un determinado
período de tiempo. Lógicamente podemos anticipar que los activos más volátiles
son los de renta variable, es decir, los que introducen mayor
probabilidad de ganancia o de pérdida (mayor riesgo). A igual rentabilidad,
elegiremos siempre el menos volátil. Lógicamente la medición de la volatilidad
sólo es útil para períodos relativamente largos en el tiempo.
Formas de optimizar el binomio
rentabilidad-riesgo
La rentabilidad y riesgo van de la
mano, pero eso no significa que no existan fórmulas que permitan acometer
inversiones en renta variable de forma razonable. Las tres maneras de optimizar
rentabilidad y riesgo son:
·
Una buena Asignación de Activos
La asignación de activos es el proceso mediante el cual se determina
la composición de una cartera de inversión, a fin de optimizar la rentabilidad
prevista para el riesgo asumido. La distribución de activos es responsable del
90% del comportamiento de una cartera de inversiones.
A la hora de
determinar la composición de la cartera de inversión tendremos que realizar
alguna combinación de las tres categorías clásicas de activos: Activos
Monetarios (liquidez), Renta Fija y Renta Variable.
La proporción que represente cada uno de estos tres grupos en
la cartera de inversiones dependerá de la rentabilidad esperada por el cliente,
de su aversión al riesgo y de la necesidad de liquidez que tenga.
·
Un Horizonte Temporal adecuado
Es importante saber a
cuantos años vista se invierte, ya que este factor determinará la fiscalidad de
nuestra inversión y el tipo de activo en el que debemos invertir. Para
inversiones a corto plazo se desaconseja la renta variable pura, ya que
el nivel de riesgo que se asume es alto. Para un correcto asesoramiento de
carteras es necesario planificar temporalmente las inversiones, de manera que
se ajusten a su perfil, a sus necesidades de liquidez, a su objetivo de
rentabilidad y a su itinerario financiero.
·
Una buena diversificación
Una buena
diversificación permite reducir el riesgo de una inversión para un mismo nivel
de rentabilidad esperada. Invertir en varios activos ayuda a contrarrestar el
riesgo de minusvalías en activos individuales.
Y es ahora cuando nos preguntamos: “¿tengo en cuenta lo
expuesto anteriormente en la gestión de carteras que tengo formalizada con mi
entidad financiera?”.
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