Nos enfrentamos a un nuevo año, el 2011, despues de un 2010 lleno de fuertes contrastes entre unos paises y otros, en el que han alternado fases de depresión con otras de euforia.
Enero es el mes para intentar hacer predicciones sobre lo que va a poder ocurrir y nosotros vemos un 2011 favorable para la recuperación del crecimiento económico global. Los datos de crecimiento americanos pueden sorprender positivamente por las grandes dosis de estímulo monetario y fiscal aplicadas, lo que tendría un efecto dinamizador sobre el resto del mundo. La cruz viene de la inflación, que suele ir de la mano del crecimiento y, a diferencia del año anterior, la anticipamos repuntando, por las materias primas y la recuperación del consumo y la inversión. Por todo ello, pensamos que la sorpresa podría estar en el adelanto en las políticas de endurecimiento monetario, tanto en EEUU como en Europa.
El margen para políticas fiscales expansivas es ya muy limitado y no se esperan sorpresas. Tan solo EEUU parece escapar a la disciplina fiscal que imponen los mercados de bonos. En Europa las políticas de consolidación fiscal se generalizan --incluidas el reino Unido y Francia-- y persisten los problemas de riesgo soberano de los países periféricos. Si bien, la locomotora alemana, principal economía, y los países del norte de Europa --incluida Escandinavia y Suiza-- siguen funcionando tirando del resto de las economías.
Las políticas monetarias van a jugar un papel protagonista, por las posibles sorpresas a lo largo del año. Los países emergentes tienen su propia problemática y ya están subiendo tipos y actuando, sobre el tipo de cambio y los flujos de capitales, para controlar la inflación y frenar la especulación. En los países desarrollados es previsible que, por ahora, se prolonguen las actuales políticas expansivas , los bancos centrales no van a arriesgarse a sofocar el crecimiento. Pero, habrá que estar atentos a posibles giros, en la medida que la recuperación económica se vaya afianzando y repunten las expectativas de inflación.
Hay que destacar, por último, la importancia de la situación económica en China, que ha sido el motor durante la crisis, por lo que un frenazo brusco de su economía en 2011, que no parece previsible, podría tener implicaciones fuertes en la economía global y especialmente en los países emergentes exportadores de materias primas.
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