Comenzamos un nuevo año y es un buen momento para fijar unos objetivos y encontrar las políticas a seguir que estimulen el crecimiento económico.
El objetivo, para esta nueva fase, debe ser no perder el tren del crecimiento ni a nivel mundial ni a nivel de cada país. Los desafíos siguen siendo enormes. A nivel nacional hay que poner en marcha la maquinaria del crédito, sanear y reducir el gasto público para ganar en eficiencia, ganar competitividad flexibilizando las rigideces legales y de mercados clave como el laboral y el inmobiliario, reduciendo los stocks de viviendas no vendidas, diseñar nuevas políticas de fomento del crecimiento económico, que favorezcan las empresas privadas innovadoras y creadoras de empleo.
A nivel internacional, en el 2010, hay que encontrar fórmulas de solidaridad, evitar el proteccionismo comercial y llegar a acuerdos, entre los distintos países, para sentar las bases regulatorias que den seguridad y reduzcan los riesgos sistémicos del entramado bancario y financiero.
La recuperación de aquellos países más preparados para salir de la crisis va a poner al descubierto las dificultades de otros. Así, los problemas en Dubai World resaltaban las carencias de Grecia y ponían en primer plano las dificultades de España e Irlanda. En otros casos, aquellos países que han estado tirando del carro en 2009 pierden fuelle, como China, India y Brasil, y experimentan síntomas de sobrecalentamiento y aparición de burbujas especulativas.
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