Las economías desarrolladas superan la fase de recuperación y se sitúan en clara expansión lo que es muy favorable a los mercados de acciones, al inmobiliario y a las materias primas. El repunte de la inflación es perjudicial para los mercados de renta fija. Las economías emergentes tienen que pilotar un aterrizaje suave y es posible que, tanto las acciones como los bonos emergentes, se vean perjudicados. Los países periféricos tienen un margen de recuperación, no sin todavía mucho riesgo: por el apoyo de Alemania; por las reformas emprendidas; por la nueva arquitectura del Fondo de Rescate y por la coordinación de las políticas fiscales.
Se abre un paréntesis de incertidumbre por la inestabilidad de los países árabes. Los procesos revolucionarios en ciernes representan una fuente de inestabilidad de consecuencias todavía imprevisibles.
Otras fuentes de inestabilidad son: el propio riesgo periférico en Europa; el sobrecalentamiento de la economía China y otros países emergentes; el peligro de un fuerte repunte del petróleo y las materias primas, por la crisis de los países árabes, que fomenta el acaparamiento; el posible endurecimiento de facto, o de palabra, de la política monetaria europea.
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