Agosto ha sido un mal mes para las Bolsas y, en general, para aquellos valores ligados al crecimiento económico, como la renta variable: con caídas del 2,98% en el Ibex, del 4,3% en el Euro Stoxx y del 4,7% en el S&P. A la inversa, el mes ha sido muy bueno para los valores refugio y cobertura contra la deflación, como la deuda pública: la rentabilidad del Bund alemán se sitúa en el 2,11%, y el Tesoro americano a 10 años en el 2,51%. También ha sido un buen mes para las monedas refugio -yen y franco suizo- y para el oro y las materias primas agrícolas.
El ánimo de los inversores ha estado dominado por el deterioro de los indicadores y de la confianza en la economía americana. Han sido negativos, también, los datos de estancamiento de la economía japonesa en el segundo trimestre. Los inversores, sin embargo, han pasado por alto los buenos resultados de las empresas, la aceleración del crecimiento en la Eurozona y los datos de estabilización del crecimiento y la inflación en China.
En EEUU los malos datos de empleo -ralentización del crecimiento del empleo privado-publicados el 6 de agosto, el deterioro de la balanza comercial, las cifras de ventas al pormenor y el mayor pesimismo del comunicado de la Reserva Federal, en su reunión del 10 de agosto, aumentaban los temores a una recaída en recesión. A finales de mes, Ben Bernanke y el Presidente Obama salían a la palestra con nuevas propuestas de política monetaria y fiscal, en un intento de dar confianza.
Acertar con la evolución en los próximos meses del empleo en EEUU, piedra angular del consumo y el crecimiento, se convierte en el negocio del billón. Hay analistas que señalan que el ritmo de recuperación del empleo es similar al de ciclos anteriores y creen ver señales esperanzadoras en los buenos datos de las empresas de trabajo temporal y en la caída de la productividad en el segundo trimestre.